A través de los años he terminado bastantes proyectos como programador líder o arquitecto de software, y he encontrado un patrón común en todos ellos, y el patrón común es el siguiente pensamiento: si uno comenzara nuevamente el proyecto, lo haría mejor.
Esto nos trae cierta confusión, ya que nos hace pensar que lo hicimos de una manera no correcta, y nos hace plantearnos si es que realmente no somos buenos.
En sí, esta situación es de lo más normal, siendo parte del aprendizaje, la experiencia es eso, aprender a través de errar, el errar no es malo, el errar siempre ayuda, y sobre todo, ayuda más cuando ya no erramos donde hemos errado.
Con la experiencia que vamos ganando, vamos mejorando en tomar decisiones correctas, que harán reflejo en nuestros nuevos software que haremos en el futuro.
También es importante la retroalimentación del equipo de trabajo, y porque no, del usuario final, ya que el usuario final es el que vestirá nuestra creación.
Con el tiempo nos daremos cuenta que nos costara menos trabajo hacer ciertas tareas que en su momento fueron nuestro martirio, encontraremos soluciones de manera intuitiva, y pareceremos artesanos esculpiendo código como maestros.
Al finalizar un proyecto, es de mucha ayuda analizar y pensar de que otra forma lo hubiéramos hecho, y así, ver huecos donde nos los habíamos visto, y veras que esos huecos ahí están, esas oportunidades de ahorro de tiempo al trabajar (Una abstracción mejor, una implementación de clases más apta).
Al mirar atrás (al ver mis códigos viejos), hace algunos años me sentía asustado, en como un sistema parecido a un espagueti está ahí funcionando, en la espera a que alguien tumbe esa torre de jenga, pero ahora, al mirar esos códigos, los veo como fuertes cimientos los cuales han forjado la experiencia que tengo ahora, en lo mismo de párrafos arriba, en el errar y mejorar.
El consejo que le doy a toda persona que comienza a programar es: siempre hay distintas formas de llegar a la solución, y siempre hay unas mejores que otras, con los años encontraremos esos fósiles de abstracción, pero por ahora diviértete experimentando, escarbando, y pronto miraras atrás y dirás: ¡Mira ese jenga! Cuando lo he armado lo he dejado tan perfectamente balanceado que sigue de pie.
Si llegaste hasta aquí, te agradezco bastante.